martes, 29 de noviembre de 2011

Esperarla

Todo vuelve.

Tengo que dejar de esperarla. Tengo que abandonar la idea de que abra el portón y me sorprenda por la espalda cada vez que salgo al patio a ver las estrellas. Como lo hacía con ella.

Tengo que dejar de esperarla. Y que me diga que todo está bien. Que nada pasó. Que seguimos siendo los mismos de antes. Que todo fue un mal sueño.

Tengo que dejar de esperarla. Y esperar que sus dedos se mezclen con los míos y su cuerpo se cubra con el mío.

Tengo que dejar de esperarla. Y que su tiempo se funda con el mío. Y que juntos lleguemos a ver los veranos y los inviernos que nos quedan. Y que sus hijos sean míos. Y que mis nietos sean suyos también.

Tengo que dejar de esperarla. Y que la muerte la sorprenda primero a ella. Para no verla sufrir más de lo que ya la he visto sufrir. Por mi culpa. Y para sufrir amargamente su ausencia. Como la sufro ahora.

Tengo que dejar de esperarla. Y que mi fin llegue y que me vaya con el recuerdo del brillo de sus ojos.

Tengo que dejar de esperarla. Y que el tiempo consuma las cosas. Y que el Sol termine devorando a la Tierra. Y que el espacio se derrumbe sobre sí mismo. Y que todo vuelva al principio.

Tengo que dejar de esperarla. Y que el Universo explote de nuevo. Y que millones de estrellas broten de la nada misma. Y nuevos soles. Y nuevos planetas. Y nueva vida. Y vos. Y yo. Bajo un cielo de estrellas nuevas esperando que abras el portón para sorprenderme por la espalda.