sábado, 30 de julio de 2011

La muerte del amor

Quizás sea una segunda invocación.

Creo que la idea que tenía del amor ha madurado, y ha madurado tanto que cayó del árbol y se pudrió.

Hace tiempo había abandonado la idea del amor visceral, inocente y eterno de los adolescentes, y lo había reemplazado por un amor más racional, más humano, al fin, más "adulto". Un fracaso total. No pude decirle al corazón qué hacer y cómo actuar, si es que existe algo que pueda llamarse "corazón", claro. O le pude decir, pero no aceptó la orden y nos peleamos, nos distanciamos, al punto de volvernos unos completos desconocidos.

Creo que el amor murió aquel día que entré en el mercado de vanidades. Bah, yo lo maté, porque yo quise entrar. Ese día, también, murió la poca inocencia que quedaba en mí. Desde entonces, el amor se convirtió en una excusa para tener sexo. Pero no una excusa personal, sino la gran excusa de la humanidad para hacer soportable y medianamente humano un acto animal.

Extraño el amor. En realidad, extraño "enamorarme". Extraño tener ganas de ver a una chica y querer abrazarla. Y querer besarla. Y querer tenerla toda la noche entre mis brazos. Creo que para lo único que sirvo es para "enamorarme". Esas pocas semanas de pasión y locura. Pero también sé que eso dura poco y después aburro y me aburro.

Ya está. Murió. Tengo que aceptarlo. No quiero vivir con la fantasía de la "mujer destinada a mí". Tal mujer no existe. Tampoco quiero ser pesimista y pensar que voy a morir solo, aunque sería lo justo por haber perdido la esperanza en el amor. No. No voy a morir solo. Seguramente voy a encontrar una buena mujer que me haga feliz y me aguante. Y espero que me quiera y me ame a su manera. Pero yo sé que, por mucho que la quiera, yo no voy a amarla. Porque maté el amor. Voy a hacer todo lo posible por hacerla feliz. Sí. Pero no porque la ame, sino por devolución de favores, por hacerme feliz. Tampoco pienso que sea triste el destino de la mujer que comparta mi vida sin ser amada. Hay destinos más oscuros.

Esta noche, entierro el amor en lo más profundo del olvido y me dedico a vivir sin esperanzas. No se preocupen. No veo este ritual como un negro final, sino como una etapa superadora, una etapa necesaria de maduración. Al final, de eso se trata, de madurar. Creo.

jueves, 28 de julio de 2011

La democracia y los muertos

"Sigo siendo el demócrata de entonces. Ya sin chinches ni piojos ni pulgas; ya sin ratones que me caminen por la cara; ya sin hambre y hasta sin apetito y con mucho tabaco, pero sigo siendo el demócrata de entonces, y no diré sobre nuestro Lager ninguna palabra que no esté aprobada por los del Lager. Por los vivos y por los muertos. Porque en la verdadera democracia es necesario tener en cuenta también a los Muertos."

"Prólogo a un diario clandestino", Giovanni Guareschi, diciembre de 1949.
http://orsai.es/blog/n3/guareschi/